02 Ene La neurociencia nos invita a ir a la playa
Cuando le propones a mi madre ir de paseo, ya tiene lista su maleta y si le dices que es al interior, genera mil estrategias para que finalmente el paseo conduzca a alguna playa. Ahora la neurociencia viene a convalidar ese deseo que pulsa en mi madre y que comparto plenamente. Veamos las razones poderosas que proponen la neurociencia para elegir la playa como sitio de vacaciones.
1. Elimina el estrés: el ritmo que tienes en la playa te pone en otra frecuencia, quitas el acelerador de tu vida, caminas por la playa, mejor si lo haces descalzo, que tu neurosis no te obligue a llevar calzado, te conectas con la tierra, respiras el aroma del mar, escuchas el susurro de las olas, el sonido de las palmeras, adviertes la sonrisa de los niños y mayores, el color de las ropas ondeando en los cuerpos, paladeas otros sabores, te zambulles en el agua y te relajas generas endorfinas, dopamina y esas sustancias te bajan el cortisol, te envuelve el bienestar y el estrés sale despacito o corriendo.
2. Te ayuda a transitar una depresión: suelo recomendar a mis pacientes cuando atraviesan una depresión que se vayan a la playa, incluso aunque no tengan ganas, algunos pacientes me lo reportan, pero si no tengo ganas, muévete a hacer algo, las ganas van a llegar, la conexión con la tierra, la naturaleza y los factores mencionados en el anterior numeral hacen un cambio en tu bioquímica. La persona que atraviesa una depresión no tiene metas, sueños, lo único que ve enfrente es la finitud, la playa le reconecta con su fuerza interior y te da una nueva perspectiva, pruébalo.
3. Potencia tu creatividad: la capacidad de generar nuevas ideas, conceptos y extrapolarlas se potencia en la playa por la apertura de mentalidad que este espacio abierto te ofrece, tienes de sombrero el firmamento y la tierra debajo, lo que posibilita la apertura a la creatividad, esto nos pasa en los nuevos espacios, igualmente pasará la montaña u otro lugar en que te sientas a gusto.
4. Cambia tu perspectiva en torno a la vida: los brainstorming estuvieron en pleno apogeo en la década de los ochenta, aunque Alex Osborn los creó a mediados de la década del cincuenta, los realizadores invitaban además de a los integrantes de cada área a los jardineros y al personal de oficios varios, pues desde afuera, desde el desconocimiento hacían aportes fantásticos, la visita es la que ve el cuadro torcido, hay unos ojos nuevos que miran desde otro ángulo. Al ir a la playa nos movemos de la rutina, de lo cotidiano, hacemos una pausa, tomamos distancia y en esta callada quietud podemos percibir las cosas de una manera nueva.
Vámonos para la playa.
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