03 Ene ¿Hasta que la muerte nos separe? No, definitivamente no
En los últimos meses he atendido a varias mujeres compungidas de diversas partes, están experimentando dificultades con su relación de pareja.
Hoy elijo la historia de Claudia, quien tiene 47 años. Ha vivido con Roberto desde hace 9, fuera de Bogotá. Roberto toma un trabajo en la capital y se muda allí por cuestiones económicas. Visita a su mujer e hijastro cada quince o veinte días. Cierto día Claudia llama a Roberto, le contesta una mujer con voz ronroneante y sensual quien se identifica como “la novia de Roberto”.
Claudia le reclama a Roberto y éste se queja: “vieja me estaba sintiendo cansado, aburrido en la relación. Cuando tomé este trabajo, pensé no regresar jamás y quedarme aquí por siempre … Sí, hace poco conocí otra mujer… ella dice que no me ama… la verdad estoy confundido”.
Claudia se incrimina: cómo no me di cuenta de que mi relación andaba mal, esa mujer no lo ama… le he suplicado a Roberto que luchemos por lo nuestro… a veces él se queda varios días sin llamarme, y cuando lo hace, me vuelve el alma al cuerpo, el pobre está confundido, me lo dice cada vez que me llama.
¿Qué móvil recóndito lleva a Claudia responder de esta manera ante la desfachatez de su pareja? ¿Acaso está apegada al mandato “hasta que la muerte nos separe…”? ¿Qué le impide despertar, poner límites y darse cuenta de que está siendo vulnerada? Me niego a obedecer y que otras mujeres y hombres obedezcan este mandato de “hasta que la muerte nos separe”. Mira lo que Ángelo respondió al juez: ¿Estás en una relación toxica? salí corriendo
Por supuesto que conozco parejas que se han cimentado y crecido a través del tiempo, que tienen una relación sólida, y que con altibajos y reveses han transitado el camino y han concluido o concluirán sus vidas hasta que la muerte los separa. Hablo desde la experiencia gozosa de convivencia de mis padres, ellos han viajado juntos por más de 65 años, sorteando con inteligencia y una gran dosis de tolerancia y paciencia cada escollo que la relación les ha planteado.
Me he negado desde siempre a ese mandato, y lo aplico a mi relación de pareja mi compañero de viaje y yo lo tenemos claro, nuestra relación no es para toda la vida, ni hasta que la muerte nos separe, no he sido escriturada, ni él me ha sido escriturado, es por estas veinticuatro horas. En cualquier momento podría darse por terminada, nada está garantizado. Por ello cada día nos esforzamos en cultivarla, en apostarle a nuestra relación, en mejorar el uno con el otro, en seducirnos, en refrendar nuestro amor, en ser mejores cada jornada. La tentaciones existen, igual que el deseo, pero optamos por elegirnos cada día.
No obstante, la evidencia de que se puede convivir en pareja hasta que la muerte nos separe, me niego a escuchar que las parejas, sobre todo las mujeres, sigan soportando el desbalance de una relación, movidas por el miedo a estar solas, por el temor a enfrentar los retos económicos que sobrevienen o por cualquier otro fantasma que les ronda cuando tengan que enfrentar la ruptura.
Es importante que entiendas que cada encuentro es un reencuentro, revisa entonces cuál es la experiencia que estás atravesando en tu relación de pareja y de qué manera esto conecta con las vivencias de tus primeros años. Pregúntate ¿Quién te abandonó por primera vez?, ¿de qué manera se relacionaban tus padres? ¿Por qué siempre te involucras en relaciones que no te generan gratificación, crecimiento y bienestar?
Eres el artífice de tu vida, toma la decisión de » ya no quiero más esto para mí, merezco algo mejor. Y cuando te des cuenta decide trabajarlo para tomar los aprendizajes que esa experiencia te ha dejado, para dejar de repetir situaciones en tu vida, para reinventarte. Si no puedes solo, sola, busca un profesional, sabes que siempre puedes contar conmigo.
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