¿Estás en una relación toxica? Salí corriendo – Dos historias

¿Estás en una relación toxica? Salí corriendo – Dos historias

Ángelo nunca ha faltado a la verdad y en el altar, siguió siendo fiel a ese principio, cuando el sacerdote le hizo la pregunta de rigor:

¿Ángelo, aceptas a Sofía como tu legítima esposa, amarla y respetarla, de hoy en adelante, en lo próspero y en lo adverso, en la riqueza y en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte los separe? Ángelo sin parpadear le respondió, hasta allá yo no sé, sólo sé que la quiero hoy. El clérigo tomó eso como un sí y los casó.

Y es que ese sí constituye una escritura perpetua, una certeza perenne, y tras de esa seguridad, muchos, se olvidan de cuidar la relación. El amor es como una plantita requiere de cuidado constante.

La época del enamoramiento es preciosa, nos permite vivir el ideal de los cuentos de hadas, “Y… vivieron felices para siempre”. Pero como alguien decía nos  deberíamos casar de overol y morral al hombro. Pues a partir del momento en que se inicia la convivencia empieza un trabajo arduo y espinoso de mucha constancia, paciencia, tolerancia y sobre todo inteligencia. Si te dijeron que el buen sexo y la buena cocina mantenían una relación, quiero decirte que no hay tal, ayuda, pero no basta. Y el morral para qué, para descargar las piedras.

Esperanza se casó con ese ideal, su marido pronto empezó a quedarse de juerga con sus “amigos” llegaba tarde, ebrio y furioso, pues como el que las hace se las imagina, le daba una paliza diaria por si pensaba ponerle los cuernos. Al otro día Ismael arrepentido, le pedía perdón y le juraba que nunca jamás volvería a pasar. Hacían el amor como en la primera época y tenían unos días gloriosos. Así se fueron llenando de muchachitos. Ismael volvía a las andadas y mejoraba, la criticaba porque estaba gorda, porque no se arreglaba bonita, porque tenía celulitis, porque roncaba de noche. Ella se fue llenando de rencor y de rabia pero sobre todo de miedo, tenía terror de marcharse, cómo iba a sostener seis  bocas.  Siguió tolerando las vejaciones, se volvió vieja y amargada y nunca dio el salto al vacío que necesitaba para probar sus talentos, su fuerza, las capacidades que la estaban llamando, que  le estaban gritando: vete, no permitas que te maltraten. Te mereces algo mejor.

La relación de pareja es una construcción, es una danza que como el tango requiere de dos y si de pronto tú sientes que estas bailando solo, salí corriendo.

 

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