10 Jun YO NO QUIERO MIRAR ADENTRO
YO NO QUIERO MIRAR ADENTRO
Cuando Rosa llegó a mi consulta me fascinó su mirada. Si, el color es hermoso, pero en Rosa el tema era su mirada, a sus 72 tenía una mirada de una niña juguetona y traviesa.
Venía a consulta porque su oftalmólogo le había dicho que las cataratas en seis meses estarían a punto de maduración…
Y yo le dije al médico ¿están para coger como un mango maduro? —me contó Rosa.
—Algo así, podre echarles el bisturí—me dijo él
—Me llené de espanto. Se me vino la imagen de mi abuelo, cuando le hicieron su cirugía, quedó ciego —dijo Rosa, aterrorizada.
—¿Qué tipo de cirugía le hicieron a tu abuelo?, Rosa.
—Estaba muy chiquita, no me acuerdo mucho. Lo que sí recuerdo era la ilusión que tenía, antes de entrar al quirófano me dijo “mijita tengo en los ojos un velito como el que tienen los huevitos de gallina sin cocinar y el médico me los va a quitar, así voy a poder mirarte sin ninguna cortinita”. Después de la operación, cuando ya no podía ver absolutamente nada me dijo: “me hubiera quedado así”
—Rosa, realmente las tasas de error, los efectos secundarios, complicaciones graves y la ceguera tienen un porcentaje muy bajo en las cirugías visuales, las tasas rondan por el 1% y el 5%, pocos llegan hasta el 10%. Te entiendo, cuando te toca a ti eso constituye el 100%.
—Yo a la cirugía le cogí pánico por eso quiero trabajar con usted. Ni por el p*tas me opero, que se quede esperando el cirujano—repuso Rosa con su lenguaje desenfadado que me hacía reír.
Las primeras sesiones transcurrieron de forma fluida, Rosa era disciplinada y muy divertida, así que el tiempo se nos pasaba volando.
En una de las sesiones le dije:
—Rosa, hemos trabajado los aspectos físicos y nutricionales, ahora vamos a indagar en tu mundo interno, a explorar el origen psíquico de tu problema visual … vamos a ir a tu infancia, la relación con tus padres…
—Ni lo piense —me interrumpió Rosa, yo no quiero mirar adentro. Tuve una infancia aterradora, de palizas y maltrato, no me pida eso por favor…
—Rosa, mira lo que acabas de decir: “yo no quiero mirar adentro”, con esta frase lo has dicho todo…si te mantienes firme en esta decisión podemos avanzar poco, tu mejoría será parcial…
—Pues lo asumo, pero lo que me está pidiendo es ir al infierno y por iniciativa propia, no pienso meterme allá.
Rosa se mantuvo firme y yo respeté su decisión…
Meses más tarde llegó a mi consulta, igual que siempre con su coqueta mirada de 72 flores diciendo, “realmente esto me ha servido, no al 100%, como usted lo dijo… pero que he mejorado, lo he hecho. Lo mejor, no estoy ciega como mi abuelo y no regresé al infierno.
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