Usted es un macho, no un maricón

Usted es un macho, no un maricón

¡Quiero tener esposa, hijos, una familia!, pero ¿qué me pasa con los hombres?, ¡quiero besarlos!, le dijo Leonardo a Melina y ella sin pensarlo dos veces le gritó: ¡Usted es un macho, no un maricón! Y con esa sentencia lo despachó para mi consulta.

Leonardo es un guapísimo argentino de 27 años, su historia personal me dio las pistas de su dualidad. Yo soy el primogénito de mi mamá, no de mi padre, tuvo 15 hijos con otras mujeres. Mi madre toda la vida tuvo un sueño, tener una niña. Y cuando quedó embarazada, sin examen alguno, confiando en su intuición me bautizó Valeria. Y de inmediato empezaron los preparativos para la llegada de su primogénita: pintó la paredes del cuarto con un rodillo, puso una cenefa con corazones color confite y letras grandes que decían “I love my girl” bordó los cubre lechos y las camisitas con mi nombre. En su vientre le habló y le cantó durante nueve meses a Valeria.

Cuando nací ella lloró mucho, mucho es mucho. La tristeza se le pasó y yo me convertí en lo más importante, el amor de su vida. Mi papá siempre fue un buen proveedor y un mujeriego testarudo, trataba mal a mi mamá y como le dije tenía hijos con otras. Yo me preguntaba entonces: ¿por qué mi mamá no se va y lo deja?, un día ella me dijo “nunca me fui porque quería que tus hermanos y tú fueran profesionales”.

A mi padre le gustaba la buena mesa y mi mamá odiaba cocinar, así que contrataron un experto cocinero. Agustín, que así se llamaba el cocinero llegó a la casa y empezó a cocinar platos sofisticados que eran las delicias del paladar de mi padre y el descanso de mi madre. Por esa época yo tenía como 6 años, Agustín era muy atento conmigo, me preparaba lo que a mí me gustaba. Un día en el cuarto de la lencería Agustín me besó en la boca, y me dijo: te quiero. Yo me sentí raro, muy raro, yo no entendía, ¿qué es esto?, era algo muy extraño, no podía entender.

Agustín vivió con nosotros varios años y todo ese tiempo él me besó en la boca, sólo me besó.

En el colegio siempre fui buen estudiante, así que los compañeros me buscaban para que les explicara. Un día fui a la casa de un compañero a preparar una materia, allí tuve el impulso de tocarlo, él se asustó me dijo que no, pero al final terminamos teniendo relaciones sexuales en el cuarto de sus padres, estábamos solos. Me fui para mi casa sintiéndome sucio, con un dolor profundo en el alma y en el corazón.

Llegué a mi cuarto me arrodillé en el piso y empecé a llorar desconsoladamente, le clamé a Dios para que me ayudara, para que me quitara eso, para que me volviera normal, y le preguntaba ¿Dios por qué no soy normal?

He tenido novias, he querido construir una relación con ellas tener un hogar ese ha sido mi sueño, cuando estoy con ellas me siento bien, son mujeres lindas, pero no puedo tener una relación sexual normal con ellas. En cambio, cuando veo un hombre lo deseo, me gusta y quiero besarlo.

Así me la he pasado toda mi vida, me siento confundido, siento este deseo de tener un hogar pero y qué hago con eso que me pasa con los hombres…

En su mente consciente y racional Leonardo quería seguir los dictados de la cultura, pero su superyó, esa parte de la psique que observa, critica y establece imperativos morales le reprochaba.

Su proceso ha sido un caminar hacia la conexión con su esencia pura, hacia el reconocimiento de sus fortalezas y potencialidades, hacia el afianzamiento de su valía, hacia el reconocimiento de su maravillosa diferencia, donde se permite amar con el alma, con el corazón, dejando de lado el estuche que el otro posea.

Ps. Luz Marina Hoyos Duque
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