03 Jul El suicida envía un mensaje
Hay personalidades que llegan a hacer cosas que ellos no sospechaban que harían y los demás tampoco.
De manera regular el tema de los límites está sobre el tapete en mis sesiones terapéuticas, en el círculo de mujeres un espacio que tengo de terapia grupal, en los talleres, seminarios y cursos que realizo. He observado que cuando alguien plantea una situación insostenible, el tema de los límites se impone. Y al respecto siempre digo: si no pones límites, te caminan por encima. La situación te lleva hasta el precipicio, a tomar decisiones irracionales, devastadoras.
Había conocido a Carmenza en uno de mis talleres, me llamó la atención su postura un tanto cautelosa para avanzar e involucrarse con el grupo. Meses más tarde comenzó proceso psicoterapéutico conmigo.
Había tenido una relación por espacio de 13 años. De la que quedaron tres hijos, cuyos caprichos fueron siempre complacidos por su pareja. Cuando terminó la relación Carmenza trató con todas sus fuerzas de seguir el mismo modelo, complacer a sus muchachos.
La relación había terminado sin sobresaltos, Carmenza ha tenido como lema: “no me gustan los problemas”. Más tarde descubrí que esa afirmación estaba ligada a complacer, a callar, a no contradecir, a decir siempre que sí.
No era fácil para Carmenza seguir el ritmo de sus chicos, quienes pensaban que la plata en el banco se multiplicaba, le pedían una moto, un carro, un viaje costoso como si le estuvieran pidiendo un paquete de confites. Y Carmenza estaba literalmente bordeando la locura, según me lo confió en su última sesión.
—Diles que no puedes.
- Es fácil decirlo, pero… No es tan fácil.
—¿Qué es lo que lo hace difícil?
—Eso que me dices siempre de poner límites, pero yo pienso, a estas alturas voy a aprender a poner límites, ya no aprendí.
—Nunca es tarde Carmenza, ahora es un buen momento, ¿Cuándo vas a empezar a pensar en ti?
Carmenza guardó silencio, siguió en su ley y como muchas otras veces me repitió: “no me gustan los problemas”.
Carmenza es ese tipo de mujeres que como dicen las abuelas “se lo traga todo” y ya sabes lo que la boca calla el cuerpo lo grita https://lmhoyosduque.com/cuerpo-grita-lo-la-boca-calla-una-historia-verdadera/. Los médicos diagnosticaron a Carmenza con una enfermedad rarísima, a las que les dicen enfermedades huérfanas, generan una debilidad crónica, y son tan graves que amenazan la vida de quien la sufre. Es tan rara que la tasa de padecimiento está en 1 por cada cinco mil personas.
Carmenza perdió movilidad gruesa, anduvo en muletas por algunos meses, estuvo interna en el hospital recibiendo medicamentos que la hacían preguntar “si esto me pone tan mal como me voy a curar” estuvo tremendamente grave.
Carmenza sacó fuerzas, volvió a caminar sin la ayuda de bastón y cada dos meses volvía al hospital para que le aplicaran esas dosis de medicamento que la mataban pero que los médicos decían que la ayudaban.
La última vez que estuvo en consulta me dijo, estoy muy mal, la enfermedad me está atacando ferozmente y mis hijos peor, el mayor quiere que… Carmenza calló, rompió en llanto… y continuo… no puedo más.
—Carmenza, le dijiste que no puedes.
—No.
—¿Cuándo vas a empezar a poner límites, cuando vas a empezar a ejercitar tu asertividad?
—Ya conoces mi respuesta, no quiero problemas.
Carmenza no quiso volver a sesión. La siguiente vez que supe de ella fue por su madre, me llamó anegada en llanto:
—Carmenza se tomó 60 pastillas de antidepresivos y está en el hospital mental, quiere verla a usted. Mis nietos están matando a mi hija, y ella con su cuento “no quiere problemas”.
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