10 Dic ¿Seré yo la del problema?
¿Seré yo la del problema?
Muchas veces cuando sucede algo al interior de una relación, trátese de relación padre-hijo, jefe- subalterno, o entre parejas, regularmente escucho a quien tengo enfrente poniendo la responsabilidad de esa situación de fricción, en el otro. No es el caso de Julia.
Había trabajado con ella cinco años atrás y se marchó, como es de esperarse, en el momento en que se enamoró de Gabriel, es lo natural, ¿vas a ir a contarle a tu terapeuta que estás feliz y las estás pasando estupendo? No.
Julia está cumpliendo los 38 y es una rubia despampanante, sin gota de maquillaje, completamente al natural, con una piel de quinceañera fragante. El motivo de consulta que me expresó me indicó su nivel de compromiso y responsabilidad: “estoy mal con Gabriel y vine para saber qué y cuánto tengo que ver en esto y si la del problema soy yo”.
Esa es Julia, una paciente atípica que se hace preguntas, reflexiona y asume el papel de corresponsabilidad que le concierne en la construcción de una relación.
Como ya dije, no es común encontrar que alguien de buenas a primeras se responsabilice de lo que el otro le moviliza, de las proyecciones que hace en un tercero.
Estoy trabajando con Julia quien continúa en esa orilla de preguntas, a veces existenciales, siempre profundas, preguntas que se responden y se conectan con su historia de infancia, con su padre, con su madre y otras figuras significativas de esa etapa temprana. Un día llegó preguntándose: ¿y si yo no estoy hecha para una relación?
Y yo le devuelvo a Julia y también a ti: ¿Acaso vinimos a este mundo para lanzar una nave a Marte, para descubrir la cura contra el Alzheimer, o para acumular conocimiento, ser expertos en física nuclear, cibernética o biotecnología? No, para nada de eso. Vinimos aquí para aprender a relacionarnos, a convivir con el otro, para tener el coraje de reconocer las proyecciones que éste me revela, para examinar qué relación tiene con mis historia personal, con mis temas de niñez aún no resueltos, para resignificar y avanzar. Entonces le devuelvo a Julia: no podemos escapar, todos definitivamente todos estamos hechos para vivir en relación con un otro.
Sigo trabajando con Julia y desde esa orilla reflexiva, inteligente, auto crítica y también de autovaloración que tiene, ha avanzado un día a la vez, descubriendo retazos de infancia, y ciclos que aún no ha sanado, con el coraje de avanzar, descubrir y soltar lo que haya que soltar.
Ps. Luz Marina Hoyos Duque
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