03 Feb Emociones que enferman tu estómago: transfórmalas en energía curativa
Muchas personas notan que por más medicinas y remedios que toman, su estómago no acaba de curarse. A veces los síntomas incluso se agudizan o empeoran, o regresan después de un tiempo de que se han ido. En este caso, sin duda debes considerar el aspecto emocional.
El estómago, como todo el cuerpo, es susceptible a ciertas emociones. Debemos considerar que el estómago es el lugar donde se desmenuzan los alimentos después de haber sido masticados, y desmenuzar, en el aspecto emocional, equivale a analizar y aceptar lo que se vive y siente para después podernos nutrir de ello.
El estómago de tu cabeza
Cuando vives una experiencia, podemos decir que una parte de tu cabeza “mastica” lo que has vivido, es decir, tu forma de ver y entender las cosas trata de poner lo que has vivido apto para poder “tragarse o pasarse”. Una vez que has masticado y pasado la experiencia, esta llega al estómago de tu cabeza, que es la parte de tu razón que trata de analizar y aceptar lo que has vivido. Pero, si tu razón o comprensión encuentran demasiado “pesado” el alimento, es decir, la experiencia que has vivido, o si tu comprensión siente que es “un trozo muy grande”, es decir, piensas que es “mucho para ti”, que “no lo puedes tolerar”, o que “en verdad te causa desconcierto, irritación, dolor, incertidumbre o miedo”, lo que has vivido, entonces a tu comprensión le costara desmenuzar la experiencia, y esto afectara tu estómago, pues la mente no reconoce si lo que piensas es verdad o mentira, o si es cierto o no, la mente pasa información de que algo fue “cayó” a tu estómago y este empieza a resentirlo.
Tu piensas que es difícil, complicado y muy doloroso, y esta información pasa a tu estómago. Es como si hubieras comido un pedazo de plástico que tu estómago sin duda resentirá.
Asi que las emociones relacionadas con un estómago débil son:
La intolerancia: “Es demasiado para mí”, “No puede ser”, “No lo tolero o digiero”, “No es correcto, es injusto”.
La irritación: “Me enfurece, me quema”, “¿Cómo pudo hacerme eso?” “He sido engañado”, “Me siento bruscamente invadida y dañada”, “Es un imbécil, lo odio.”
La incertidumbre: “¿Qué pasara ahora?”, “¿Qué voy a hacer sin …?”, “¿Y si no se soluciona?” “¿Y si me peleo nuevamente?”, ¿Y si no resulta?“
El miedo: “Temo no poder controlarlo”, “No voy a poder con esto, me aterra”, “Todo esto es demasiado nuevo para mí”.
Insuficiencia: “No tengo amor, admiración o aceptación suficiente de quien amo, no recibo el alimento afectivo que necesito”, “Necesito desesperadamente más atención, más amor”.
Enfermedades del estómago y sus emociones relacionadas:
INTOLERANCIA Y ENFADO:
Acidez estomacal: problemas u conflictos sobre todo con la familia, aquí hay que revisar los conflictos que se han tenido, y estar esperando los que vienen (el caos se puede desatar en cualquier momento).
Infecciones estomacales: no me puedo defender o quitar de esto que tanto me afecta y me hiere. Me siento profundamente invadida y/o sometida.
Pólipos: emociones que se endurecen dentro y que no estoy dispuesto a ver de nuevas formas.
Cáncer y tumores: Cuando la intolerancia o el enfado son fuertes y frecuentes, el cuerpo recibirá la información de que se necesita “más estómago” para desmenuzar la experiencia, y entonces vienen los tumores y el cáncer de estómago, que son un crecimiento falso y desproporcionado. En el cáncer de estómago el cerebro registra “algo muy grande y complejo de digerir”, así que envía la información de generar más ácido estomacal para que esto pueda ser desmenuzado y digerido, y esto provoca demasiado ácido en el estómago o una proliferación de células (cáncer) para que se pueda digerir ese “gran pedazo” que no es posible digerir.
INCERTIDUMBRE E INSUFICIENCIA:
Gastritis: no se si tendré su amor, y esto me genera mucho estrés.
Dolores estomacales, inapetencia o comer demasiado: no me siento llena ni satisfecha (afectivamente).
MIEDO:
Cáncer: necesito urgentemente digerir esto antes de que suceda algo peor. Sensación de poder morir, o de que algo que nos importa demasiado muera (apego fuertes, amarre).
¿Cómo transformar la energía de estas emociones en energía curativa?
La energía de nuestras emociones refleja la forma en cómo estamos enfrentando algo, como lo vemos y como lo pensamos. Hay que tener en cuenta la forma en cómo aprendimos a ver la vida, lo que nos enseñaron los padres, el entorno y las situaciones que vivimos.
Cuando aprendimos a desconfiar, a juzgar a pensar que los demás nos pueden hacer daño, irritarnos o molestarnos, entonces admitimos este tipo de verdades o información en nuestro cuerpo y vida.
Lo primero: cambia tu forma de ver las cosas
Algunas personas piensan: “Yo soy así” “Nadie me puede cambiar” “Así reacciono yo”. Pero estos pensamientos no ayudan a fluir nuestra energía, sino que la estancan y hacen lenta y, digamos, espesa. Realmente nosotros somos lo que elegimos ser. Aunque hayamos aprendido muchas cosas, llega un momento en la vida en que, por ley de crecimiento y evolución, hay que aprender y trascender aquellas cosas que no nos están ayudando a generar realidades más grandiosas y, sobre todo, salud.
Si padeces de estómago débil o enfermo, es momento de que observes tu forma de pensar y ver las cosas. Observa lo que piensas de ciertas personas que te enfadan, y cuantos juicios hay al respecto. Observa, sobre todo, cuanto esperas de los demás, que sean algo que tu crees, y trata de apuntar o escribir todo esto para que lo tengas más claro. Luego, observa de donde vienen estas creencias. Quizá las personas que te criaron veían la vida así, o tuviste o viste algo que reafirmó estas creencias.
Es muy importante que empieces a ver tu forma de comprender las cosas, y empieces a dejar atrás actitudes que te están enfermando. A veces nos enseñan a tolerar lo que no queremos, a aguantar situaciones que nos hacen infelices, a desconfiar de nuestra propia capacidad creativa. Y esto nos enferma tarde o temprano porque nuestra energía no está fluyendo hacia donde sinceramente queremos. La infelicidad, se puede decir, es la causa más profunda de prácticamente todas las enfermedades.
Cuando somos infelices nos irritamos, estamos soportando y no viviendo, tenemos miedos y falta de confianza en nosotros. Llegamos a odiar, porque necesitamos mucho de los demás.
Por ejemplo:
Roberto padecía fuerte gastritis y reflujo gástrico. Tomaba cuanta medicina le indicaran y no salía del doctor. El no creía que sus pensamientos afectaban su vida, porque era maestro de yoga y practicaba meditación diariamente, dos horas seguidas, haciendo no solo ejercicios sino meditación y respiración profunda. Pero la gastritis aumentaba. Cuando llegó conmigo su gastritis y reflujo eran severos. Me platicó algunas cosas de su vida. Tenía un trabajo donde lo trataban mal y además no le gustaba, se sentía muy poco realizado, a su edad sentía no había logrado “nada”.
Así que durante varios años había salido a trabajar sintiendo intolerancia, insatisfacción. Mucho enojo con su vida. Y en el fondo, había miedo, no se atrevía a cambiar de trabajo por miedo a no encontrar otro mejor, pero sobre todo, a no tener dinero un rato. El estrés subía, y trataba de calmarlo con meditación.
La gastritis avanzaba rápidamente. Al hablar le hice que tomara consciencia de que no importaba cuanto meditara, que la vida era la principal meditación, y si él no cambiaba de vida y de forma de ver las cosas, avanzaría su reflujo y debilidad estomacal. Me hizo ver su fuerte desilusión por no haber podido realizar el sueño de su vida: tener su propio hotel. Lo animé a que buscara su felicidad, y que si el lugar donde estaba no se la daba, entonces él debía buscar el lugar donde sintiera podría crecer, seguir sus sueños. Después de mucho pensarlo y meditarlo, por fin decidió dejar el trabajo que tenia. Tuvo que vencer el miedo al futuro (a no encontrar trabajo y una fuente de ingresos), y su sensación de no poder realizar lo que quería. Pero se animó pensando en que no tenía ya mucho que perder.
Cuando dejó el trabajo, su reflujo era tan severo que optó por la operación, cosa que le causó mucho estrés, el pago de doctores, médicos y demás. Yo lo animaba a que confiara, a que se enfocara en lo que quería atraer, que si quería atraer un trabajo no aceptara el que fuese, sino uno que le gustara. Pasó el momento del “caos”, es decir, del acomodo a lo nuevo. Y después de pocas semanas, llegó una propuesta en su vida: manejar un hotel.
Todo esto, mas una dieta propicia que desde el principio se le indico, ayudaron a que su estómago poco a poco fuese recuperándose.
Así que ya habrás notado como, cuando no estamos contentos con nuestras vidas, podemos caer en sentirnos víctimas de los demás, nos irritamos muy fácil, estamos viviendo en función de muchas creencias que ya no nos hacen crecer. Y esto, sin duda, enferma nuestro estómago y nuestra vida.
Aprende a transformar
Transformar significa “ir más allá de la forma”. Así que ve más allá de la forma en cómo piensas y ves la vida, enfócate en hacer crecer lo que realmente quieres. Puedes ir detectando las cosas que ya no te hacen feliz, aquellas experiencias que te hicieron sentir miedo e irritación: aprende de ellas, aprende a ver las cosas de forma diferente: si te irrita o enfada mucho alguien o algo, tú eres el único que puede cambiar las circunstancias. Pero te tienes que atrever, a entender a los demás, a que tu felicidad es tu responsabilidad, y que los demás hacen lo que pueden con su comprensión.
Confiar en ti y en lo que la vida trae requiere de que empieces sobre todo a formular pensamientos que te hagan sentir con más confianza y ánimo por crear tu vida. Si cada mañana empiezas a enfocarte en tu felicidad y confianza, aparecerán poco a poco las cosas que necesitas, y veras como la enfermedad empieza a irse por donde vino.
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