Voy a tener  mi príncipe azul

Voy a tener  mi príncipe azul

Es para no  creerlo, que en pleno siglo XXI estemos reviviendo el cuento de hadas del príncipe en corcel que rescata a  la princesa, se enamoran y viven felices  eternamente, comiendo perdices.

La reciente boda real del príncipe Harry y la actriz Meghan Markle lo ha revivido con mayor fuerza. Por supuesto que el cuento de hadas siempre ha estado presente, orbitando en el imaginario de los seres humanos, hombres y mujeres, lo he visto en mi consulta, sin importar la edad. Y a este tenor escuchamos: “no he encontrado mi príncipe azul, mi media naranja. Terminamos porque no me completaba, como si en esto de las relaciones estuviéramos hablando de un rompecabezas y el otro tuviera la pieza que te falta. Esta es la versión guaraní del relato de   Aristofanes  en el Banquete, la obra de Platón.

Después de la boda real reciente, Los medios entrevistaron a las jovencitas y ellas sin duda alguna lo expresaron: “así como Meghan pudo conseguir su príncipe, yo también lo conseguiré”. Olvidan estas ingenuas chicas que cuando de relaciones y de completud  se trata, para seguir con la metáfora del mito guaraní, a toda naranja le falta por lo menos un gajo.

La pareja real como todas las parejas del planeta han de recorrer el  camino de  todas las parejas. En este momento Harry y Meghan están transitando por el rutilante e incandescente paraje del enamoramiento, donde sí, por supuesto, el otro es perfecto,  no le falta absolutamente nada, se sienten completos, pues en esta  etapa vivimos un estado de enajenación   transitorio, una irrealidad. Pero la bioquímica que se genera en  este período pasará, las sombras mañana o más tarde aparecerán en el príncipe y también  en la princesa. Y  entonces es a partir de allí donde la apuesta comienza, allí es donde tomamos la decisión de  trabajar para  seguir caminando juntos por ese camino que presenta piedras, obstáculos, tormentas, contrariedades.

Aparece el momento de la confrontación, de la convivencia con dos seres de carne y hueso, allí entonces es cuando necesitamos hacer acopio de nuestra inteligencia, paciencia y tolerancia para aprender a ceder y pedir que el otro ceda, para evaluar qué estoy dispuesto a ceder, para negociar con el otro, sin renunciar a mi esencia y entonces será en ese camino, en ese trasegar que nuestro compañero de vida se convertirá en un príncipe y ella en una princesa, pues el amor se construye, no se encuentra.

 

1 Comentario
  • Olga
    Publicado el 18:48h, 22 mayo

    Sí el amor se construye. Depende de los 2 seguir siendo el príncipe y la princesa.

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