TENIA UNA GORDA VIVIENDO EN SU CABEZA

TENIA UNA GORDA VIVIENDO EN SU CABEZA

No sé cuántas veces he escuchado la misma afirmación: “no tengo pareja, y entiendo, soy tan gorda y tan fea”. Janet hablaba igual que otras chicas bellas y jóvenes. Siento que el sólo hecho de reventar juventud a borbotones implica belleza. A renglón seguido Janet agregó, no entiendo por qué repito el mismo patrón. Tengo una pareja, sale conmigo uno, dos, tres meses y luego él aparece con: No eres tú, soy yo… venía saliendo con un chico y cuando me empezó a decir lo que ya había escuchado otra vez, dije no más, voy a buscar por qué es que me está pasando esto.

Janet se hacía responsable de lo qué le estaba pasando: ella, de alguna manera inconsciente se saboteaba. Necesitaba encontrar de qué manera había aprendido esta respuesta, encontrar el origen de ese tema y sanarlo, pues se veía construyendo una familia con una pareja, tener hijos y caminar por la vida con un compañero con quien pudiera tejer sueños comunes.

Lo más sorprendente del caso es que Janet es una chica delgada, ni siquiera puedes decir que es una “mujer llenita”. Sin gota de maquillaje exhibe una piel canela al natural, dientes grandes, perfectos, blanquísimos y cuando sonríe ilumina su rostro enmarcado por un cabello negro, lacio hasta a cintura.
Dónde estaba la respuesta, dónde había aprendido Janet a juzgarse tan duramente. De quién lo había aprendido.

Sus padres se habían separado días antes de su nacimiento. Janet es única hija, su madre la levantó sola, no, sola no, con el apoyo de los abuelos.

Llevé a Janet a conectar con sus recuerdos de infancia, aparecieron unos abuelos muy contempladores, mimadores y alcahuetes. Mientras que su madre fue una mujer muy dura, para quien una nota de 7 en unas materias, era el desastre. La madre insultaba, pegaba y le decía a Janet que definitivamente era una mediocre.

Aparecieron los cumpleaños de Janet y los remembró con tristeza, mamá no acertaba con los vestidos. Janet recordó su fiesta de los seis años. Estoy con un vestido horrible, me veo muy fea. Por qué mamá tenía la costumbre de vestirme de esa manera, ni siquiera me peinaba bonito.

Llegó la época del colegio, ese colegio mixto maravilloso donde los chicos le restregaban en la cara a Janet lo hermosa que era, ¡lo había olvidado, nunca me había sentido tan bella, era la más linda! Luego mi mamá me retiró de allí y todo cambió.

… ahí está, otra vez mamá detrás del espejo diciéndome que me olvide de lo que los chicos me dijeron, que aterrice y esa imagen en el espejo se me fue transformando. Y poco a poco me fui convenciendo de que yo soy fea y gorda y de que no sirvo para nada.

¿Sabías Janet que cuando tú no te amas, eso es lo que proyectas al afuera? Y que cuando te amas y te aceptas tal como eres, eso de igual manera es lo que proyectas?, ningún hombre va a valorarte más allá de lo que tú te valoras, así que es hora de soltar y dejar atrás esas emociones e improntas tóxicas que tu madre te puso de niña, ahora eres una mujer que puede empoderarse en sus talentos y en sus recursos, para brillar y permitir que la belleza que te adorna tanto interna como externamente sea visible, sin vergüenza y sin miedo.

¿Quieres soltar esa información?, si yo quiero…. Ahora en ese lugar que ha quedado libre coloca algo hermoso, luminoso, lleno de luz, tu primera muñeca, un arco iris, una noche estrellada… o algo que tú desees y que te permita conectar con un anclaje de seguridad y confianza…

Ya solté esa basura emocional… y allí en el espacio vacío puse los abrazos y los mimos de mis abuelos…

Ahora vamos a otro momento en que te sentiste mal contigo o con otros…

Seguí trabajando con Janet…

Al final del proceso salió reconfortada, me dio un fuerte abrazo y me dijo: maravilloso, me siento livianita, como si pudiera volar, gracias, gracias, gracias.

Mírate al espejo,  cómo te ves: puedo reconocer que tengo cosas lindas: mi nariz, mi color de piel, mi cabello, mis dientes,  realmente no soy gorda, ¡qué locura!, pero lo mas importante es que ahora me acepto y me quiero como soy.

De nuevo me abrazó fuertemente y me dijo:  gracias.

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