Detrás del miedo había… un regalo

Detrás del miedo había… un regalo

La primera vez que hablé con Amira su clamor fue: “mi matrimonio está pasando por una crisis, siento que Juan, mi pareja le tiene miedo al compromiso, él me dice que no es así, pero… Queremos rescatar, darle una nueva oportunidad a la relación”.

La próxima vez que vi a Amira, ya se había separado de Juan. Amira había tomado la decisión desde una certeza, se había involucrado con Juan traicionado sus principios, ella buscaba en un hombre: lealtad, firmeza, que creyera en Dios, que fuera un apoyo, que la escuchara, que fuera sociable, familiar, que le brindara estabilidad. Atributos con los que no contaba Juan. A él sólo le gustaba la aventura y la adrenalina a mil. Y cuando Amira estaba enferma, Juan desaparecía, conseguía con quien vivir la aventura y con quien gastarse la adrenalina, como cuando ella pasó enferma varios días en el hospital.
La consulta con Juan me permitió evidenciar que emocionalmente aun no estaba listo para asumir los compromisos que exige una relación de pareja estable, percibí rasgos de cierta inmadurez afectiva que le impedían entender y querer el verdadero compromiso, Juan padecía lo que suele rotularse como “síndrome de Peter Pan”.

Un día Amira llegó a la consulta contenta: “¡no sé qué tengo, pero todos quieren salir conmigo!”. Y allí empezó todo. Amira andaba saliendo con tres chicos distintos. Los tres querían tener algo serio, pero Amira aún no estaba lista, por varias razones. La primera estaba elaborando el duelo de su reciente relación, la segunda: ninguno de los chicos la conectaba hormonalmente, tres: ninguno la hacía sentir esas encantadoras mariposas en el estomago. Me dijo. “Uno es inteligente, el otro divertido, el otro profundo. A uno le encanta bailar hasta agotar la noche, al otro hablar de poesía, de Milán Kundera y de Patxi Andion, el otro me habla de los Ángeles y del propósito trascendente de la vida”.

“Yo la paso chévere con los tres, pero me siento mal, tengo un dolor en la espalda que me tiene loca, será que me ayudas a averiguar qué es. No quiero renunciar a salir con ellos, le tengo pánico a quedarme un fin de semana sola en casa, me asusta la soledad.

El cuerpo de Amira estaba hablando, así que la llevé a conectar con él a través de la sensoterapia… Amira empieza a ver colores y formas… rosado… verde… morado… amarillo… azul… naranja… blanco… rojo… un cubo negro…. Un cubo negro. A través de lo simbólico, de los colores y las formas Amira empezó a descubrir lo que había detrás.

Esos colores que estaba visualizando Amira están directamente relacionados con los chacras o centros de energía que todos tenemos y la intensidad del color hablaba de su frecuencia vibratoria.

Acompañé a Amira a armonizar dichos centros. Finalmente Amira se quedó visualizando la caja negra, ¡es muy negra, me asusta! ¿Qué hay en esa caja negra? el miedo. ¿Miedo a qué? A lo desconocido. A lo porvenir, a aquello de lo que no tengo certeza…

Amira se permitió escuchar, mirar, sentir, dejó que el miedo la abrazara. Permitió que éste la inundara. Lo traspasó, fue más allá de él. Y entonces sucedió el milagro… Amira exclamó: lo tengo, lo tengo, detrás de la soledad, detrás del miedo estoy yo, esta mi verdadera esencia y allí hay luz…siento gran gozo…

¿Te das cuenta el regalo que trae conectar con tu verdad, develar los mensajes de tu cuerpo?

Ps. Luz Marina Hoyos Duque
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