Conectar con la hormona del contento

Conectar con la hormona del contento

Nada más delicioso que unas buenas carcajadas, en ese momento esplendente, todo el orgullo, la arrogancia y el ego desaparecen, nosotros desaparecemos, cuando reímos a carcajadas estamos en meditación, vamos a un estado de presencia total, ¿te has dado cuenta?, los pensamientos desaparecen, no existen preocupaciones, no existe el pasado no existe el futuro, estamos aquí y ahora, es un regalo maravilloso para el cuerpo físico, mental y emocional, una descarga de endorfinas: serotonina, la hormona de la felicidad, dopamina, adrenalina.

Oscar es un negro y elegante bóxer cuyos amos son dos chicos sobrinos segundos  Helena y Agustín. Mi cuñado preferido también se llama Oscar, es un hombre apacible y sereno,  todo el tiempo pasa la petición de que le cambien el nombre, no ha sido posible, los chicos se enamoraron de una serie donde el protagonista era un perro con ese mismo nombre.

El año pasado estuvimos en su casa haciendo la novena al Niño Jesús. Nuestras novenas son muy conversaditas, podemos departir y comer animadamente hasta altas horas de la noche de temas diversos y finalmente le damos paso a la novena. Estábamos en el disfrute de la palabra, cuando de pronto vimos a mi sobrino Santiago con el rostro bañado en sangre. Se había metido en la casa de Oscar y le había agarrado la coca de la comida y por supuesto Oscar protestó.

El cirujano plástico le cogió varios puntos a Santi y cuando su hermano mayor llego a casa y lo vio,  le preguntó.

—Uf hermano ¿qué le pasó, le cogieron puntos?

—Sí, me mordió Oscar.

—¡Qué… lo mordió Oscar!, ¡pero ese man tenía que estar muy bravo!

 

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